España: Una, grande y lerda.

Publicado: 18 julio, 2011 en Post Libres
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75 años del comienzo de la Guerra Civil española. Se dice pronto. 75 años de la masacre más grave sufrida por este país y la tristeza de ver que casi nada ha cambiado, que el odio y el rencor siguen ahí, junto a la incultura y la falta de objetividad, para recordarnos que en España siguimos yendo a la cola de casi todo. Un breve vistazo a los editoriales de los periódicos así lo atestiguan.

Que triste señores. Que triste es leer textos de importantes académicos (que se supone que son los que saben) diciendo tonterías desde uno y otro bando. Que triste leer a quienes van de objetivos y mojan con la saliva que les gotea del colmillo -por fanatismo y demagogia- el mismo papel en el que escriben «la verdad», que lamentable espectáculo comprender que no importa cuantos años pasen, cuantas obras se publiquen o cuantos documentales se emitan. No terminamos de salir del pozo. Desde aquel lejano 18 de Julio de 1936 parece que todo español tiene, desde que nace, ese gen que le hace rojo o facha, incapaz de querer entender aquello que ocurrió en esta triste España y superarlo de una vez por todas.

Opinadores de derechas tratando de justificar lo injustificable. Tratando de buscar excusas a un lado y a otro para no reconocer la verdad: que el levantamiento de aquel día fue algo completamente ilegal. Fruto del miedo y del rencor llevado al extremo y que su consecuencia fue, ni más ni menos, que una dictadura y por tanto algo que condenar y de lo que arrepentirse, porque ninguna ideología, por maravillosa que nos la vendan, debería obligar a dos amigos, o dos hermanos, a matarse uno a otro (Ernesto Che Gevara se equivocaba). Nada debería ser capaz de conseguir algo así. Y no obstante ocurrió, ocurre y ocurrirá.

Opinadores de izquierdas empeñados en manipular la historia sin ninguna vergüenza ni pudor. Colgándose la medalla de la democracia, la verdad y la tolerancia. Olvidando que su bando también se empapó las manos de sangre -con bastante ilusión durante la contienda y bastante más que los otros antes del levantamiento-, que los demócratas no eran precisamente populares en aquel bando y buscando, de cara a la historia, reescribir el conflicto como si de un guión de dibujos animados se tratase, con buenos y malos. Cuando aquí todos comían la misma mierda, pero en cuencos diferentes.

Es realmente patético algunos comentarios que se leen hoy en los medios. Catedráticos de historia o ciencias políticas que critican lo poco objetivos que son los de enfrente sin darse cuenta de como supuran odio cada una de las líneas de sus artículos. Cometiendo los mismo errores que critican. Y llevándonos a preguntarnos: ¿Se supone que esta gente debe enseñarnos al resto?

¿Cómo es posible que historiadores comparen los casos y consecuencias de España, Alemania e Italia sin tener en cuenta quiénes ganaron y perdieron en sus respectivas guerras con lo que ello significa? ¿Cómo es posible que se trate de desviar la responsabilidad del levantamiento obviando que, como seres humanos, somos responsables de nuestras decisiones y actos? ¿Cómo es posible decir que la democracia actual es heredera de la II República y que la carcajada resultante no sea general? ¿Cómo es posible que un biógrafo de la Real Academia de la Historia no diga que Franco fue un dictador?

Aunque en realidad creo que la pregunta es una sola: ¿Cómo es posible que seamos -todos- tan estúpidos?

Pero hay un leve rayo de esperanza. Chiquito, pero esperanza al fin y al cabo: Podemos coger todos esos artículos y leerlos de cabo a rabo. Y, tras eso, podemos leer los cientos de libros que en España hay publicados sobre aquellos años y dar vueltas en nuestra cabeza a sus páginas. Podemos coger todas las piezas de los diferentes discursos y formar, nosotros mismos, un conjunto con ellas. Una idea. Una postura. Podemos negar aquello en lo que no creamos  y podemos defender aquello en lo que sí lo hacemos, siempre y cuando tengamos material para demostrar nuestras opiniones. En defintiva, podemos superar aquellos años, pero a título individual, por nosotros mismos. Sabiendo que aunque la masa zozobre de izquierda a derecha en un mar de demagogia siempre nos quedará un rincón de certeza en nuestra propia memoria. Si somos capaces de intentar no engañarnos a nosotros mismos.

A lo mejor así, dentro de unos años, dejamos de dar vergüenza. Quién sabe.

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