A VUELTAS CON LA UGT

Publicado: 10 diciembre, 2013 en Artículos
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No puedo con los socialistas. Cada vez que pienso en la tan típica jeta española, se me viene el careto de alguno de estos auténticos trileros. En las Ramblas tendrían que estar, mis primos. ¿La última? Convertir los delitos de la UGT en una «campaña», un «ataque» de la derecha que, obviamente, no puede quedar sin respuesta.

En palabras de Tomás Gómez: «Hay que pasar a la ofensiva!» Como si esta gente hubiera dejado alguna vez pasar la ocasión de defenderse, les hayan atacado o no. Violentos intolerantes que atacan todo (y a todos) los que no piensan como ellos y consiguen aún dar la imagen de pacíficos y víctimas.

Se podrá mentir más, ¿pero mejor? Imposible.

La realidad es que esto no es más que una pataleta. Una excusa para tapar sus vergüenzas. Estos señores son unos ladrones, han metido la pata hasta el corvejón y les han pillado robando a los mismos trabajadores que dicen representar. Ahora necesitan un cabeza de turco al que cargarle las culpas, pensando que todo el mundo es idiota y que cualquier tontería que digan va a misa. Un pensamiento muy socialista -El estado tiene que cuidar de todos porque la gente es tonta y no sabe vivir sin correa, ya saben- por otra parte. Así que vamos a culpar a la derecha y así, de la que le endilgamos una al gobierno, le damos otra a los «fascistas» (cualquiera es fascista para esta gente) que son quienes emitieron facturas falsas a nuestro nombre, nos metieron el dinero de los ERE de Andalucía en el bolsillo y convencieron a una fábrica china para copiar la obra de trabajadores y empresarios españoles.

Hay que ser muy sinvergüenza para llegar al nivel de esta gente. Ojo, que no es algo exclusivo de ellos, porque en España de sinvergüenzas sabemos un rato. Pero sí es un dato significativo a tener en cuenta: Para que te cuelguen esa etiqueta en el país de los golfos hay que ser un auténtico «crack» en la cuestión.

Fuera los sindicatos públicos. Fuera las subvenciones, las ayudas, las figuras de los liberados y, en general, toda actividad sindical que se pague con los impuestos de los ciudadanos. Yo no quiero ser de la UGT, ni de CC.OO. Y puesto que no quiero, no tengo porque destinar ni un solo duro a mantener una institución de golfos, analfabetos y vagos que se dedican a vivir del sudor de los que sí trabajan. Los sindicatos, que se costeen con el dinero de sus afiliados, y si el señor Méndez no le da para comprarse otro reloj Omega, pues ajo y agua.

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